Hasta que pase la tormenta.

Sólo hoy, hazme caso.

Coge las maletas, que nos vamos, a empezar ese camino que nunca pensamos empezar. Pues ahora, ven y sigueme, cogeme de la mano que nos vamos. Pero no, deprisa no, que sino el tiempo pasa volando y no quiero. Vamos a disfrutar de cada sonrisa y guardarla por si algún día la necesitamos, sacarla y sonreír juntos. Vamos a saltar las piedras que se nos pongan en nuestro camino. Y sabes que mas? Vamos a reírnos de esas personas que decian que no íbamos a durar nada, y a burlarnos de los que nos intenten separar. Ahora, prometeme que no te vas a ir y yo te prometo hacer un viaje que sólo vas a poder recordar cuando te sacuerdes de mi. Y para acabar, coge también ese paraguas, para taparnos de la tormenta.

Sólo dos zapatos

Hoy, me he sacado veinte zapatillas a ver cuales eran las correctas para empezar a salir a la calle. Indecisa, he cogido mis favoritas, y he salido a la calle. Me he sentido extraña, pues ese lugar que se llama calle, no tenía luz, no había nadie y estaba cerrado, tenía techo y no se veía el cielo. Hacía frío, y parecería tonta si dijera sin miedo, que yo, tenía sueño. Pero lo digo con miedo, porque se me ocurrió dormir, y así lo hice. Fueron siete minutos cortos y me desperté, ahora estaba en otro lugar, una playa, llena de barcos y castillos de arena, mis pies ya descalzos saboreaban ese calor que habitaba en esa playa, y mi cabeza, tocaba sin querer algún rayo de sol. Pero cuando me he decidido por tirarme al mar, ha cambiado todo, de repente volvía estar en mi habitación, eligiendo que zapatillas ponerme... Si, cada zapatilla es un mundo, cada mundo tiene sus zapatos.