Vértigo

A 60 metros de altura no sabría si caer.

lunes, 17 de febrero de 2014

Lydia, la vida es..

Aún recuerdo cuando tenía cinco años y mi visión hacia la vida, empezó a cambiar. En el colegio era el día de la fruta, que se trataba de traer para almorzar en vez de un bocadillo, una fruta, y mi madre me había puesto fresas, FRESAS, tío, como adoro las fresas. El caso es que ese día yo estaba feliz, y vino una amiga mía, llorando, y me dijo: -Lydia, la vida es una caca. (Imaginaros mi cara y su voz, teníamos cinco años) Una caca. Una caca. Y yo me quedé pensando, ¿entonces, las cacas son la vida? ¿Con lo mal que huelen? ¿Y lo feas que son? Tenía cinco años, como he dicho. Y bueno, le pregunté a mi amiga: -¿Por que?- Y ella, dejó caer un par de lágrimas para empezar con un discurso, que haría que una niña de cinco años, empezara a afrontar algo tan extraño, grande, y pesado como la vida. -La gente se va para no volver, la gente nos miente, la comida se acaba, los peces se mueren, las nubes lloran, el sol se esconde, la luna es tan vergonzosa que solo sale de noche. Un gusano tiene que transformarse en mariposa para tener un novio, las guapas siempre se llevan al guapo, las muñecas se rompen, Y ENCIMA TENEMOS QUE DARLES UN BESO A LA BOCA A LOS CHICOS!- (Cinco años, señores.) Yo me quedé en la primera razón -La gente se va para no volver- Y pensé: ''Que se van, ¿a otro mundo donde las casas son de chocolate? ¿Donde hay ríos con sabor a fresa y sirenas? ¿Donde no veré a mi madre llorar enfrente de un papel extraño con tantos números raros? ¿Donde en el colegio haya mas días de la fruta?'' No podía parar de pensar y de hacer planes de irme a vivir a ese planeta donde por dar las gracias te daban una nueva muñeca. Crecí, y conforme iba creciendo, entendí todas las palabras que me decía mi pequeña amiga. ''La gente se va, para no volver'' Creo que esa fue la que mas sentido tenía. Si, se va, y se va de tal forma que yo ya no he vuelto a saber nada de mi amiga, sabiendo que está viviendo en otra ciudad, y con otra gente distinta. Amigas, que un día me estaban aguantando para que no me cayera al suelo, y hoy no desean otra cosa. Amigos, que un día decidieron cambiar todos mis planes y liarme de tal forma, que al día de hoy no se cual es mi nombre. Amigas, que bailaban al ritmo de la música que sonaba, conmigo, y no importaba que pasos eran los buenos, importaba disfrutar. Amigos, que me protegían cuando al chico que le había dado un beso en la boca, se iba con la que le daba besos en otros sitios. Amigas, que compartían esa botella de ron y siempre me dejaban el último trago. Amigos que me traían fresas y caramelos. Amigas que estaban dispuestas a hacerme ver la vida de otra forma, de una forma tan bonita que se me olvidó de que estaba hablando de la vida. Amigos, que eran capaces de ayudarme a sacar buena nota solo con ver que yo también les apoyaba a sus decisiones. Amigos, y amigas que hoy no están, pero que no puedo desearles otra cosa que no sea lo mejor. Porque un día ellos hicieron que todo esto fuera lo mejor. No guardo rencor, solo recuerdos. ''La gente nos miente'' Y nos miente de tal forma que se quedan con todo lo que nos pertenece o lo que tenía que ser público. La gente pasa hambre y frío, y ¿Que pasa? Pues que siempre habrá sitio en un sillón para una persona que no tiene bastante con una silla.

viernes, 14 de febrero de 2014

Invítame a Verona.

A leer treinta libros, y veinte poemas. A saltar, a ver si caemos o qué. Invítame a un café con un par de bombones, vamos a derretirlos. A pasear cerca de las ramas de los olivos, y a cantar debajo del mar. Estoy segura de que la luna nos va a escuchar. Vamos, no me mires con esos ojos, no estoy loca. Vamonos a Verona, y te juro, que desde ahí, te podré bajar estrellas.

domingo, 9 de febrero de 2014

Me invitaron a un té, y acabó sabiendo a lágrimas.

Creo que ese bar que siempre ha estado en el mismo sitio, tiene que ser escrito aquí.
Entré, y parecía raro, pero para mi era como si ya hubiese entrado alguna vez. Me senté en una mesa donde se veía a los barcos de pesca salir a por nuevas presas, o simplemente, a dar una vuelta. Que envidia, nunca había subido a un barco. Era raro, me sentía acogida, protegida, y se acercó una señora un poco mayor, y efectivamente, era la camarera. Y entonces pedí una Coca-Cola, y unas patatas, para que no se hiciera tan pesado el pensar, como siempre. Saqué mi libreta, y mi bolígrafo, la agenda, y empecé a hacer tareas que tenía que hacer, cuando se acercó una pareja de chicos, y se sentaron delante mía. Los miré, los saludé y ellos me saludaron a mi, parecía que fueran amigos míos o que los conociera desde que era pequeña. Bueno, el caso es que cuando llegó la camarera con la Coca-Cola y las patatas, los chicos lo cogieron y dijeron: -Mejor trae tres tés, por favor.- La señora aceptó y entró en la cocina, y uno de los chicos me dijo: -Creenos, están mas buenos que cualquier otra cosa, y por supuesto, que invitamos nosotros- Me sentía rara, y volví a mirar a la ventana. -¿Que estaba pasando?- Pensaba. Ya no habían barcos, se habían marchado todos, pero el sol seguía brillando con fuerza. Cuando despegué la mirada de la ventana, los tés ya estaban en la mesa, y con una caña de canela, que realmente, favorecía el sabor de los tés. Me dieron a mi el que tenía la caña de canela mas pequeña, decían que con poco, se llega a mucho. Y el chico de al lado, que llevaba una gorra bastante bonita, me preguntó: -Normalmente a este bar no entra gente como tu, ni se ponen a hacer tareas, ni miran a la ventana, haz un vistazo al bar, están todos sentados leyendo el periódico, o en la barra comiendo calamares. ¿Que te pasa?- Y antes de que pudiera contestar, el otro chico me dijo: -No puedes decir que no te pasa nada, porque ni si quiera nos has dicho que nos quitemos de aquí, y eso quiere decir que necesitas que alguien te escuche- Y creo, que esas últimas palabras hicieron que mis ojos humedecieran, y entonces eché la mirada hacia abajo. No quería hablar, solo quería llorar, nada más. Entonces recogí mis cosas, no me iba a ir, pero no las quería manchar. Y como no decía nada, el chico de la gorra dijo: -Somos hermanos, no nos puedes engañar, siempre habrá uno que no te crea, pero si no quieres decir nada, y necesitas estar sola, nos iremos.- Vamos, no los podía dejar marchar, me habían hecho sentir algo más segura, esos hermanos realmente, eran dos soles, y entonces empecé y dije: -No quiero que os valláis, no sé como habéis aparecido, al entrar no estabais aquí- (En ese momento, los hermanos se miraron y se sonrieron) Pero lo que os voy a contar, seguramente estaréis ya cansados de oírlo- Primera lágrima, que no me dio tiempo a parar y calló dentro del vaso del té. -Una pérdida siempre es mejor contada con lágrimas- Me dijo uno de ellos. ¿Cómo sabían que era una pérdida? No sabía que decir, así que improvisé: -Bueno, la cosa es, que una vez cierra los ojos para siempre, ya sabes que es imposible que vuelva.- ¿Era capaz de decir eso? ¿Que estaba pasando? Los hermanos no decían nada, en ese momento, el bar estaba mudo. -Bueno, lejos de historias de amores, y de líos, perder a un amigo, puede ser también horrible.- Las demás lágrimas salieron solas, algunas acabaron en un pañuelo, otras recorrían toda mi cara hasta caer dentro del vaso de té. Y bueno, se puede decir, que esos hermanos, eran la almohada perfecta, para hablar, y los amigos perfectos, para reír.

sábado, 8 de febrero de 2014

Hay cosas que no van a cambiar.

El sol transmite luz por la mañana, de la misma forma que la oscuridad aparece por la noche. Los borrachos tienen el placer de decir la verdad, al igual que nuestros abuelos nos cuentan sus historias. Todos los humanos, no nos damos cuenta de lo importante que es alguien, hasta que lo perdemos. Los peces no pueden respirar fuera del agua, a la inversa que los humanos. La Tierra nos da su oxígeno a cambio de cuidarla.  Alguien que se va para siempre nunca va a volver, y es ahí cuando notas su ausencia. Y pensándolo bien, tu ya no estas y eso tampoco va a cambiar.

20/06/13.

En el banco de al final de nuestra calle, sigue nuestro nombres escrito, en el mismo lugar. Pues, ¿Sabes quien pasa por ahí cada noche? La que siempre llegaba tarde a la hora que quedábamos en el mismo banco de siempre. La que te saludaba y se ddespedía de ti con su mejor sonrisa, porque era toda tuya. La misma que se enfaba y se desenfadaba a la primera, la que te decía que te quería y que quería pasar el resto de su vida contigo. La que cada noche soñaba con todo esto.

40 segundos.

Te echo de menos, y esats lo suficientemente lejos para que no te pueda ver. Nos hicimos daño, los dos, y yo te pido perdón. ¿Sabes lo difícil que es no saber ni tu nombre? Ni se quien eres, ni dónde estás, ni dónde vas, ni si aparecerás... No se nada. No se cuanto me has querido ni odiado. Ni cuantas veces me has dado un abrazo, ni un Hola, ni un adiós. No se que manías tienes, ni que gustos. No se de que color son tus ojos, ni cómo es tu boca. Ni si mientes, o simplemente eres un buenazo. No se como eres, ni que música escuchas, tampoco si te gusta leer, ni si eres alto, bajo.. Dime ¿que estudias? Cuantas veces te has sentado y te has preguntado, ¿Donde estará? Pues estoy aquí, como siempre, escondida entre 40 manteles, 40 puertas, 40 segundos, para verte.

Ay.

Ay, que bonito ha sido verte esta noche, que bonito ha sido compartir varias copas, y tres cigarros. Que bonito ha sido irnos a cualquier parte, y escapar de las montañas bebiendo Ron. Que bonito ha sido perseguir liebres y zebras. Ver el circo desde el techo y el cine desde el suelo. Que bonito ha sido ese vestido y esa corbata que tiramos al mar. Que bonito ha sido escribir mil cartas y lanzarlas a un volcán. Que bonito ha sido desnudarnos y ver que la Luna estaba detrás de nuestra piel. Que bonito ha sido perder el tiempo, y digo perder, porque no ha vuelto. Que bonito ha sido mentirnos, fingir no querernos e irnos.