Vértigo

A 60 metros de altura no sabría si caer.

viernes, 6 de enero de 2017

Entrada:

Tu puedes venir a mi casa, tengo listas las mantas para dormir. Puedes pasearte por mi pelo, a ver si encuentras lo que te quería decir. Si vienes, intenta dejar los zapatos en la puerta de entrada, para que no sea de salida, para que no te vayas. Puedes dejar la vergüenza en el cajón del baño, y luego tirar la cadena sin miedo. Me podrías venir a buscar siempre que quisieras, mi casa siempre tiene tu nombre en el picaporte, y mis ventanas tienen tus apellidos en los cristales.

Ahora que el gato duerme, puedes arañarme la oreja sin fisuras, o decirme que es mejor un invierno a secas que un verano y punto. El tejado de mi casa aún recuerda aquella noche que pasamos contando y cantando historias sin que nos oyeran los vecinos, o incluso aquella mañana que recordamos nuestras vidas sin acordarnos de nosotros. ¿Qué seríamos separados? Posiblemente yo me transformaría en un árbol para poder bailar con el viento siempre y cuando seas tu y vengas a visitarme y a dormir cuando el sol salga a darme las buenas noches.

Voy a dejar la puerta abierta y dejaré que el caos que inunda mi ciudad pase desapercibido. También voy a buscar el primer libro que consiguió hacerme humana, para escribir sobre él palabras escondidas que quería sacarlas para que llegaran a ti. Quiero el café de las mañanas para compartir, y las sábanas de las noches para vivir, la esperanza de los días para respirar y las canciones de tu coche para sobrevivir.