Vértigo

A 60 metros de altura no sabría si caer.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Tres copos de nieve.

Una manta, un café, a la luz de una vela, una película tierna, el pijama, sola, sin molestias, y oyendo como caen los copos de nieve sobre el cristal. Una estufa, un sofá y un montón de tranquilidad en el salón. Una cena, con tu familia, con tu mejor ropa y las mejores sonrisas de las personas que te han visto crecer, con comida que te llena hasta las pestañas, y aún así, tienes un hueco para el postre que ha preparado tu abuela o tu madre o tía. Una pequeña charla con tu abuelo, con tus tíos, tías, con tu abuela y una lucha por ver quien come mas bombones contra tus primos pequeños. Una fiesta, con todo el pueblo, en un pub, abierto para todos, sin malos royos, todos con una copa en la mano y disfrutando de la buena música. Un día normal, en casa, leyendo un libro, ese libro que tanto te gusta, que tanto te ha enganchado, y que estás deseando saber el final pero sin querer acabarlo, frente un radiador, y con un té al limón calentito. Una quedada, de viejos amigos, todos muy cambiados y tu también, con miles de cosas que contarse y con tantas anécdotas y noticias por hablar... Un día, durmiendo, suena el timbre, ¿Quien será? Descalza y con el pijama abres la puerta, y una caja de bombones, con una nota, te espera en  tu felpudo. ''A las 12:30 te recojo, Feliz Navidad!'' 

Con P, de porky.

Hace dos años, bueno, mas de ellos, conocí a un pequeño cerdo que se hacía llamar Ruben. Se puede decir que esa semana fue una de las mas importantes de mi vida, ya que de ese campamento, conocí a gente, que valía mucho la pena. Entre ellos estaba Rubén, y ahí donde lo ves, es tan grande que no se puede ni imaginar. Aún recuerdo cuantas veces me ha ayudado, y ha estado aguantando todas mis penas, y todas nuestras risas. Cuantas veces me ha tenido que aguantar la mano por si se me iba a bocas de otras personas. O cuantas veces ha entendido mi estado de ánimo. Vamos, que en las buenas y en las malas siempre ha estado ahí. Estuvimos un tiempo sin hablarnos, está claro, en todas las amistades hay movidas, pero, ¿Para que recordar eso? Yo solo sé que vive muy lejos de aquí, y las pocas veces que lo veo, por muy poco sea el tiempo que esté, son de lo mejor. De verdad, es que ha sido durante mucho tiempo el saco que guardaba mis sonrisas, por si algún día las necesitaba. Y siempre ha conseguido hacerme sentir bien. Aquí tienes tu entrada cochina, que te dije. No me eches de menos, que ya lo hago yo por los dos cacho cerdo!

lunes, 2 de diciembre de 2013

Nos hemos chocado, ¿Como estás?

Sin saber como, hemos aparecido los dos en la misma escena, gritando en una misma dirección. Nuestras palabras eran semejantes y aún así, no sabíamos que hacer. No sabíamos si correr, o quedarnos quietos. Si irnos o volver al mismo sitio, si querer o odiar, si llorar o reír, pues lo que hiciera uno, lo haría también el otro. Nos hemos pegado, y no nos podemos separar, pero aún así, no nos estamos asustando, el miedo tal y como es, se ha ido, y estamos bien. No tenemos frío, ni calor, ni hay tormentas, ni nieva. No hay nada de lo que tengamos que preocuparnos. Porque estamos los dos. Cuando llega la noche, tu me preguntas; Como estas?- Y yo con pocas palabras disimulo estar genial, porque realmente, estoy lo siguiente de eso. No tengo tiempo de preocuparme por nada, porque solo me llego a preocupar por ti, ya que todo lo que te pasa, de alguna manera, me acaba pasando a mi. No tengo tiempo de ponerme triste, ni de enfadarme, porque lo que me pasa a mi, también te pasa a ti, y no te quiero ver llorar, ni enfadado. Solo quiero verte genial. No tenemos las manos siempre juntas, es algo mas allá de lo real, es algo que no se ve, pero que esta unido. No sé, es difícil de explicar, pero solo basta con ver como está uno de nosotros, para saber como está el otro. Nos hemos chocado, besugo.