Vértigo

A 60 metros de altura no sabría si caer.

miércoles, 22 de abril de 2015

(Pan Duro)

Arrugas que son surcos con retoños tiernos,
livianas como son los fardos de cargar los sueños
que tragan ruedas de molino y se les ven todos los huesos,
que saben que sus años tienen más de cuatro inviernos.

Silencio por el techo, por los platos llenos,
silencio bañado en sudores de los jornaleros,
el sol lo han hecho sus jirones,
que saben lo que vale un beso,
que no quieren llevar los nombres de sus carceleros.

¿Qué saben las tripas de puños cerrados?
Saben que las riegan los amargos tragos,
saben todo y más, de tenerse en pie,
de la soledad,
saben porqué está siempre duro el pan.

Monedas de tan sucias tan desdibujadas,
odioso tintineo en manos encalladas,
y son las patas de sus mulas
si el látigo se llama hambre
las dueñas de caminos que no son de nadie.

Cerrojos al antojo de la poca hondura,
abiertos para dar paso a las herraduras,
que dejan huellas que los guían, para volver a desquitarse,
para no tener que rasgarse más las vestiduras.


Y ahora la pregunta es, ¿por qué escribo esta entrada? muy sencillo, pese a que llevo ansiedad en todo el cuerpo desde que empecé segundo de bachiller, que ahora parece que sea mi sobretodo, y que me cuesta adaptarme aún estando ya en finales, esta canción se puede decir que me ha ido relajando poco a poco los días que necesitaba descanso. Es extraño, pero este año, a parte de descubrir mis límites de estudio, he descubierto música, poesía  y bailes que me han ido alegrando cuando mis ojos no pasaban de exámenes y mi mano derecha sufría el abuso de las letras en ellos. Bueno, eso es todo, pan duro.

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