Vértigo

A 60 metros de altura no sabría si caer.

jueves, 12 de marzo de 2015

Bienvenidos a mi caos.

Lo peor que he podido hacer en toda mi vida, ha sido guardarme todas las cosas que pienso. Ahora mismo mi cabeza es como un síndrome de Diógenes, donde siempre me he guardado todas las cosas y que no sé como sacarlas. Mi caos, mis ruinas, si, puedo decir que son esas. Por otro lado, tengo todo mi cuerpo enfadado conmigo, pues ya no bailo, ya no disfruto de ese placer que me hacía sentir viva. Ya no pongo mi canción favorita y me pongo delante del espejo más grande de mi casa a hacer como si estuviera en un escenario y dejarme llevar. Bueno, otro caos, mi armario, mi armario donde tengo las alas (de danza del vientre), el velo, mis vestidos, mis pañuelos... Ese armario que hace mucho que no lo puedo abrir por miedo a acabar dentro de él, pues cuando me ponía esa ropa y salía a bailar nada me importaba, nada era superior ni inferior que yo. Luego llego a mi habitación, donde están mis libros de poesía y de lectura que siempre me miran con la misma cara de: hoy tampoco me vas a leer ¿verdad?- Y no, mi respuesta siempre es que no, porque no tengo casi tiempo, y no culpo a nadie, la culpa es mía. Mi caos, no solo está dentro de mi cabeza, de mi armario y de mi habitación. Mi caos también está en clase, cuando me explican cosas y me encierro en un mundo superior que se eleva a kilómetros del aula y que no sé a donde llega. Ahora entiendo el porqué mi profesora de griego me llamó hace un año nefelibata. Mi caos también es mi hermana, mi espejo, mis zapatillas, mi pelo, mis pestañas, mi lápiz, mis sentimientos... Madre mía, mis sentimientos, que difíciles de controlar, y que indecisos, que imprevistos, que precisos. Mi caos, es mi libreta de poemas, mi ordenador, mis series, mi música. Mi caos también es mi madre y mi mejor amiga, mi suelo, mi sueño, mi casa, mi yo... Mi caos es todo, menos mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario