Vértigo

A 60 metros de altura no sabría si caer.

domingo, 3 de agosto de 2014

Contigo, otra vez.

Me he quedado toda la tarde a tu lado, tumbada cerca tuya, notando tus manos y el latido de tu corazón. Tenía la cabeza apoyada en tu pecho, mientras mirábamos una serie juntos, y mientras tu te quedabas quieto y atento. Se ha puesto a llover, y a llovido de tal forma que yo he dejado de escuchar la serie y he empezado a escuchar las gotas de agua que caían en mi patio, pero más allá de ese silencio lleno de sonidos estaba tu corazón, (pum pum, pum pum, pum pum...) Y así sucesivamente. Tu no te has dado cuenta, pero he levantado la mirada un par de veces, la primera para ver si realmente no estaba en un sueño, y la segunda, porque lo necesitaba. ¿Y sabes qué? Mirando tus ojos me he quedado en un silencio absoluto, he dejado de escuchar la serie por completo, de escuchar la lluvia y de escuchar tu corazón, me he quedado completamente en blanco y sin darme cuenta he sonreído de tal forma que cualquier persona que me viera en ese momento, vería lo loca que estoy por ti. 
Me has mirado, y he bajado la mirada, la lluvia había parado y ya era hora de que te fueras, pero no quería, quería que te quedaras, quería que me cogieras de la mano y que te quedaras aunque solo fueran  cinco minutos más tumbado conmigo. Y si no fuera mirando algún rato la televisión, mirando como pasa la vida y como vuelve tu corazón con sus latidos a dejarme en otro mundo aparte del que estoy acostumbrada a andar. Gracias, por enseñarme a quedarme con las pequeñas cosas, y por enseñarme que esas son las mejores. 

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