Vértigo

A 60 metros de altura no sabría si caer.

jueves, 29 de agosto de 2013

Es curioso.

Hace tiempo, conocí a una niña completamente extraña. Era blanquita, con el pelo claro, y los ojos marrones. Una grande sonrisa despertaba en su rostro, y en su mente, había un paisaje de ideas completamente raro. Me vino, me saludó y se fue. Pero apareció para volverme a saludar. Me preguntó que como estaba, y sin mas le respondí que dentro de todo lo malo, estaba bien. Es curioso, se rió. En cambio, ella me explicó que estaba genial. Y siento la necesidad de contaros lo que me dijo: ''Un día desperté, y me desperté con ganas de coger ese día. Me fui al baño, me duché, me vestí, me miré al espejo, y sonreí, sin saber por qué. Salí a la calle, había quedado con unos amigos para ir a pasear por la playa, cuando por el camino me encontré una llave. Pensé que era de alguna casa, pero la forma de esa llave era completamente distinta a cualquier picaporte que hubiera por este pueblo. Así que la cogí y me fui con ella. Al llegar al lugar donde había quedado, no había nadie, no estaban ni los abuelitos que se sentaban en el banco a darle de comer a las palomas, ni los niños que jugaban en los columpios. Creo que con esta descripción, ya sabes mas o menos donde quedé con ellos. Así que seguí, hacia la playa. El pueblo estaba completamente vacío, no había nada, ni nadie. Las casas me intimidaban, y sentía que los árboles me seguían. En cuanto me dí cuenta, estaba sola. Y apareció un chico con la misma cara de miedo que yo, solo que él, llevaba un candado. Sin mas demora, nos acercamos y nos saludamos. El nombre de ese chico me resultaba familiar, y la verdad, le tenía miedo. Quisimos probar a ver que pasaba si poníamos la llave dentro del candado, si se abría, o no era la llave adecuada, o el candado equivocado. Pero antes de eso, cerré los ojos. Tenía mucho miedo, y no me estaba dando cuenta de que mi vida estaba cambiando. No sé, me sentía extraña, y me sentía bien. Era una sensación completamente distinta a todas las que he tenido. Tenía frío, mucho, y él lo notó, y me abrazó tan fuerte que dejé de respirar por tres segundos. Cuando ya me dí cuenta la llave y el candado, habían desaparecido. Una suave brisa me acarició el pelo, y abrí los ojos. Estaba en un prado verde con muchas flores y un columpio atado a un árbol. No sabía que lugar era ese, ni como habíamos llegado hasta ahí. Pero desde entonces, yo ya no estaba sola, y sabía que no lo iba a estar para el resto de mi vida.''

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